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Madrid reduce pisos turísticos: ¿mérito del plan Reside?

Madrid, una ciudad siempre en constante movimiento, ha estado lidiando con un tema candente: los pisos turísticos. Parece que las cifras han dado un giro sorprendente, y aunque algunos se apresuran a tomar el crédito, otros insisten en mirar más allá del humo y los espejos.

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Datos oficiales y el famoso plan Reside

El Ayuntamiento de Madrid, bajo el liderazgo de José Luis Martínez-Almeida, ha sacado pecho. Han compartido cifras reveladoras provenientes de Inside Airbnb. Según estos datos, el número de estos pisos se ha desplomado de 16,959 a 14,297 en unos pocos meses. ¿Culpable o héroe? El Plan RESIDE, es la respuesta rápida.

Este famoso plan se propuso blindar a los vecinos del centro de la capital de la fiebre del alquiler turístico. Básicamente, prohíbe que estos lugares existan en edificios habitados por madrileños de a pie. ¿Resultado? Bueno, el Ayuntamiento dice que han escuchado sus propias palmaditas en la espalda y han decidido que es gracias al plan que todo marcha mejor.

Las reglas del juego han cambiado

El plan RESIDE no solo establece directrices estrictas en el centro histórico. Sino que ha endurecido las reglas del juego para obtener licencias. Ahora, otorgarlas no es cosa fácil. Sin embargo, parece que la creatividad y el ingenio de algunos les permiten evitar la normativa. El Ayuntamiento solo sancionó a 94 rebeldes el año pasado. ¡94 de casi 17,000!

La oposición, claro, no se quedó callada. Argumentan que hay más juego detrás de las cifras. Según ellos, el descenso de los pisos turísticos empezó cuando el Ministerio de Consumo también entró al ruedo. Con un golpe maestro, lanzaron la Ventanilla Única Digital de Arrendamientos. Esta movida le obligó a Airbnb a anunciar solo aquellos pisos debidamente registrados.

La temporalidad, un factor crucial

Al observar las fechas, el Ayuntamiento notó que la disminución comenzó en julio, antes de que el plan RESIDE se pusiera en marcha. Todo esto parece más una danza coordinada que un movimiento del alcalde solitario. Desde Más Madrid y el PSOE no pueden evitar soltar un comentario sarcástico sobre el tino del alcalde para cronometrar su “esfuerzo”.

Desde Más Madrid aseguran que Almeida, desde su llegada en 2019, no ha hecho mucho para frenar este fenómeno. De hecho, comparan la situación actual con números de 2019, y notan que hay alrededor de 11,000 pisos más en la ciudad ahora. A pesar de lo que pueda parecer una disminución notable, Rubiño insiste en que todavía hay más de 14,000 que necesitan ser abordados.

Buenas intenciones, diferente percepción

El Ayuntamiento continúa abogando por este y otros esfuerzos. La colaboración con el Colegio de Administradores de Fincas de Madrid (CAF Madrid) y la Agencia de Actividades muestra un intento sólido de alejar el fenómeno del centro. Al final, las cifras parecen coincidir. Según informes, más de 2,600 propiedades se han desviado de la ruta turística reciente.

¿Cómo se lleva a cabo esta estrategia? Primero, no se otorgan licencias a los pisos que “infectan” edificaciones residenciales en el centro histórico. Los permisos solo van para opciones con accesos independientes o, en casos selectos, para edificios enteros adaptados para tal fin. Se busca preservar el comercio local al prohibir su metamorfosis en alojamientos temporales.

Sin embargo, estos esfuerzos parecen arrojar más dudas que certezas. El Ayuntamiento está ofreciendo incentivos urbanísticos a quienes desean transformar oficinas en hogares plenamente residenciales, tal vez buscando equilibrar un poco la balanza.

El arte del autobombo político

Ahora, ¿es el Plan RESIDE la única razón detrás de esta reducción? Algunos pondrían una gran interrogante. Tal vez sea una mezcla de esfuerzos locales y decisiones nacionales, un cocktail político bien agitado. Lo cierto es que, en la batalla de números y declaraciones, Madrid sigue ajustando tuercas.

El presente paisaje urbano con menos artilugios turísticos parece ser una realidad, al menos en papel. Pero entre lo escrito y lo vivido, muchas veces hay una brecha considerable. Solo el tiempo dirá si la marcha hacia el equilibrio habitacional encuentra su ritmo, o si es el baile político el que sigue marcando el paso.